"Hacía la flor" de Florencia Costa 4to 1ra tm
Hacia el año 1950, Sofía
amanecía en lo que iba a ser su última jornada de trabajo, y su ante último día
de vida. Se preparó el café de todas las mañanas, levantó y vistió a su hija,
la preparó para su día de clases en la escuela más humilde de la ciudad y se
fue a trabajar. Sofía lamentaba que su hija pase por la misma situación que le
ocurrió a ella de pequeña, dónde sin un padre presente, tuvo que ingeniárselas
para que las dos puedan sobrevivir.
Sofía nació en Peris en el
año 1915, un pueblo humilde de casas pequeñas con pocos habitantes ubicado a
unos 200 kilómetros de Barcelona, sus padres Antonia y Carlos tenían un pequeño
terreno con cultivos, que con mucho amor y perseverancia cuidaban para poder
cosechar y así intercambiar los alimentos por otros o por instrumentos para
poder subsistir. Desde chiquita ella fue una chica tranquila, con una voz muy
tenue, unos ojos celestes apagados y una sonrisa muy tímida. Una de esas niñas
que parece que el mundo se las lleva por encima.
El
primer gran golpe fue a los cuatro años, cuando en un trágico y dudoso accidente en un barco de carga, Carlos muere
y así muere el gran sustento económico de la familia; no así el emocional para
Sofía, ya que como su padre trabajaba hasta altas horas para poder traer el pan
de cada día no estuvo muy pendiente de los primeros pasos de su crianza, a
caminar y hablar Sofía aprendió gracias a su mamá, que no solo estaba pendiente
de la cosecha en el terreno, sino que hacía todos los quehaceres de la casa
mientras Carlos “salía por negocios”.
Ya a
los seis años Sofía había empezado a ayudarla a la mamá en las cosechas, pero
esto sumado al inicio de la primera guerra mundial, obligó a su pequeña familia
a emigrar a Barcelona, ciudad neutral entre los disturbios que ocurrieron en
esa gran tragedia. Antonia después de un par de meses de changas recién logro
conseguir un débil y mal pago puesto en una fábrica.
Y
hacía allí se dirigía Sofía, a la misma fábrica en la que la mamá trabajó
durante treinta años, recorriendo las mismas calles de tierra (porque
claramente no vivían en el centro lujoso de esa bella ciudad) hasta la misma
parada de bus, el mismo salario en negro y unas condiciones sanitarias
deplorables. Siempre tenía presente todo el trabajo que su madre había hecho
para que ella sea lo más feliz posible. Pero nunca pudo completar su sueño,
convertirse en la bailarina más aclamada de España y de todo el mundo.
La
llegada de Sofía a Barcelona le hizo descubrir un mundo del cual se iba a fascinar
y completamente enamorar, el del arte. La danza y la música iban a ser los
principales motores y sueños para Sofía, pero se empiezan a desgastar cuando al
contarle el fascinante descubrimiento y afán del baile la mamá le respondió con
que no podía pagar una academia ya que su costo solo lo podían cubrir las
familias adineradas.
Su trabajo en la empresa era
el de probar los artículos que estaban a punto de salir a la venta (maquillajes
ya que era una empresa de cosméticos). El día de la fecha estaba por sacar una
base que te sacaba todos los granos, que decían que iba a ser el producto más
vendido del año. Pero ni bien Sofía se lo probó cayó desmayada e inconsciente
por los efectos dañinos que le causaron a su piel y las toxinas que se le
metieron en el cuerpo, con la ayuda de una compañera que estudia medicina
pudieron realizarle las primeras maniobras de auxilio, y Sofía cuando se
despertó se fue a la casa con la seguridad de que por lo menos el día se lo
iban a pagar pero con la inseguridad de que ya al día siguiente tenía que
regresar.
Sofía llega a su casa y se
encuentra con su hija adolescente llorando desconsoladamente y toda embarrada,
había sufrido lo que la mayoría sufre cuando es de una clase social inferior,
acoso y discriminación. Sus compañeros más grandes le habían tirado todas las
cosas que tenía en su bolso, y la habían tirado en un charquito de barro que
quedó de una lluvia el día anterior. Sofía no podía entender como los
adolescentes eran tan crueles y como a lo largo de los años las cosas seguían
siendo igual.
En su primer día de clases estaba ilusionada
con sus nuevos compañeros y lo que le deparaba la escuela, lo que más le llamó
la atención fue que tenía la elección de participar en un taller de danzas, era
lo que le hacía dar el primer paso hacia su gran sueño, pero en el casting la
profesora la defenestró, dijo que era muy gordita y que no tenía la técnica
suficiente, entre las risas de sus compañeros Sofía se fue llorando y no quiso
saber más nada con la escuela hasta el próximo año, se dedicó en ese tiempo con
el regalo que con mucho esfuerzo le hizo su mamá, a aprender a bailar con la
música que salía desde su pequeña radio.
La noche transcurrió de una
mala manera para esta pequeña familia, la cual pasa y pasó por horribles
situaciones intra y extra familiares. A la mañana ocurrió lo peor. La
adolescente se levantó asustada porque se había quedado dormida (la mamá
siempre la venía a despertar), llegó a su habitación y entendió lo que pasó. Sofía
con un color de piel casi blanco y sin signos de respiración, las toxinas que
se habían impregnado en su cuerpo surgieron efecto. El mundo para esta chica se
desplomó, lo único que puso hacer es salir corriendo y pedir ayuda aunque ya
era demasiado tarde.
Así la vida de Sofía, una
chica que nada de las cosas que deseó para su vida se cumplieron, que se quedó
en mitad de camino hacia sus sueños y su felicidad, que se marchitó, terminó.
La idea planteada es muy sencilla. Los errores en la expresión distancian al lector de cualquier posibilidad de conmoverse con lo que sucede. Se advierte [al menos] una contradicción en el relato: en el primer párrafo (referencia histórica: 1950, última jornada de trabajo Sofía), la hija es pequeña (“… levantó y vistió a sus hija…”); en el octavo (la misma referencia histórica, cuando vuelve del trabajo), la hija es adolescente (“Sofía llega a su casa y se encuentra con su hija adolescente llorando desconsoladamente…”).
ResponderEliminarEl tono y los modos del narrador se quedan en el decir pero no alcanzan a contar. Narrar no es decir lo que pasa sino hacer que pase. Repensar qué recursos te ayudarían a dotar el relato de intencionalidad estética.
No está logrado el intento de romper el tiempo lineal, salvo la anticipación en el inicio.
Rever uso de vocabulario (escaso, repetitivo, muchas rimas internas). Revisar bien los tiempos verbales, el uso de adverbios, la puntuación, la ortografía.
Repensar el título.
Nota: 5