El pez solitario-Serafín Garcia Muniain


                                                                El Pez Solitario

 
Como era habitual en mí, solía acabar mi fin de semana en el lago. Amaba pescar y pasar el tiempo contemplando el paisaje y sus alrededores. Cuando tenía un rato libre, no lo dudaba y me iba. Ese fin de semana no fue como siempre, mis amigos, los que me acompañan y comparten los mismos gustos que yo, no podian ir. Pero pese a eso me decidí a ir solo. Llegué el viernes a las siete y media de la tarde justo para armar la carpa y cenar. Antes de dormirme comencé a pensar (como era habitual en mi antes de descansar) si el viaje había sido una buena opción, sabiendo que mis amigos no estaban conmigo pero esto no me importó y me dormí.
Al despertarme en la mañana y salir de la carpa observé que el tiempo era horrible, lloviznaba y  hacía mucho frío pero mi pasión por la pesca era más grande que el clima, me puse mis botas , preparé la caña con la carnada y me dirigí hacia el lago. Desde mi humilde opinión me consideraba un pescador muy bueno, podía observar el lago y saber cuando era practicamente imposible sacar un pez. Esto se debía al clima, pero algo me dejó sorprendido, un pez cerca de la orilla miraba fijamente mi caña. En base a mi experiencia de más de veinte años pescando, encontrar un pez en ese clima era casi imposible. Me fui a la carpa a descansar. El domingo me desperté pensando en lo que había ocurrido el día anterior,  si por casualidad lo que ví en realidad era un pez, y solté una carcajada. Sentado en una roca y mirando el lago, me acordé de los dias de pesca con mi padre. El me había transimitido la pasión por la pesca y enseñado todo lo que sabía, lamentablemente mi padre había fallecido cinco años atrás.
Me levanté de la roca fastidiado por el mal tiempo, desarmé el campamento que tenía montado y antes de partir decidí pasar por la orilla del lago, es ahí, en el mismo lugar donde me había parecido verlo la primera vez y sorprendentemente me encuentro con él.
En el momento no me inmute ni hice nada al respecto, todavía no entiendo como no me avalancé para cazarlo, hicimos contacto visual, parecía un bagre hambriento.  Ese animal acuático me hizo recordar a mi padre, su sabiduria y los miles de consejos que él me brindaba, me largué a llorar mientras miraba al simple pez solitario. Pasado un año de ese momento no recuerdo haber visto ningún pez, porque no suelen aparecer con ese tipo de clima.


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