"Como una gota" Agustina Alzaga

“Como una gota “

Hace días que no duermo. Hace meses que no como. Siento el cuerpo cansado. Tiemblo de frío,  sudando. Las cicatrices de las muñecas todavía duelen, la quemadura en la pierna me arde.
Nunca entendí del todo cómo llegué a esto. Haber perdido a mi padre a los once años me dolió mucho.Pero no puede ser que siga mal por eso, ya lo superé."El tiempo lo cura todo" decía mi hermano. Creo que las cosas que pasaron después de perderlo fueron peores. Ir a vivir con el tío Gastón...
Tengo doce años, estoy en mi cama sin poder dormir. Oigo pasos e inmediatamente cierro los ojos, no quiero que él venga. Antes sus caricias eran suaves y sus abrazos me hacían sentir protegida. Pero ahora todo es más brusco, más violento.
Todavía me cuesta mirarlo a los ojos, pero bueno la muerte de mi padre lo afectó mucho, no fue su culpa, cada uno reacciona como puede.
Las burlas en el colegio tampoco ayudaron a que las cosas mejoraran. Siempre había sido "la rara", pero después del verano de 2008 pasé a ser "la chica del papá muerto". Cuando entré al secundario comenzaron los rumores que hablaban de cómo había perdido la virginidad con un hombre mayor , decidieron llamarme "la putita esa".

No puedo recordar cuándo fue exactamente que empecé a autolesionarme, pero probablemente ya hace más de diez años. La medicación dejé de tomarla hace poco, creo, ya no tengo noción del tiempo. A veces los días son eternos y otras se van en instantes.
Veo la hora 5:42 AM. Ya está, no puedo aguantar ni un minuto más. Me levanto de la cama y salgo del departamento, espero el ascensor durante dos minutos, y siento como si hubiesen sido dos horas. Acá estoy, al borde de la cornisa. Siento lágrimas en mis mejillas, hace cuánto que no lloraba. Una gota cae en mi hombro, alzo la vista y millones de gotas caen sobre mi cabeza, una me roza la punta de la nariz y sigue hacia abajo, cae por la cornisa, ¿dónde estará ahora? ¿habrá chocado contra una baldosa de la vereda? ¿cuánto tiempo permanecerá allí? .

Creo que de algún modo todos somos gotas, que caen durante eternos segundos, chocan, se deshacen. Pero en algún momento se evaporan, desaparecen y tiempo después vuelven a caer, el ciclo se repite constantemente. La lluvia se convirtió en algo tan común que nadie piensa en las gotas, todos buscan como cubrirse, como no mojarse, corren bajo un techo como si el agua pudiese hacerles daño.  No se detienen ni por un segundo a observarlas caer, a pensar qué sentirán ellas . ¿Les dolerá la caída? Supongo que depende de la gota. Si bien en un conjunto parecen ser iguales, caen por separado. Sienten distintas cosas, cada una tiene un recorrido distinto, su propia perspectiva, su propia realidad.

Me acuesto en el piso. Disfruto sentir cada gota cayendo en mi cuerpo, deslizandose por mi piel como si danzaran. No sé cómo ni porqué pero termino bailando, haciendo piruetas fuera de eje y en este momento puedo decir que me siento plena, siento paz. El tiempo pasa despacio, pero me gusta, me transmite calma sentir que las gotas caen en cámara lenta,  que mis pasos de ballet imprecisos, y con falta de práctica duran eternamente.
Estoy compenetrada bailando, dejando que mi cuerpo fluya como la lluvia al caer. Hago un glissade y siento que cuando salto una gota me cubre por completo, no sé si es gigantesca o yo me hice pequeña, tampoco comprendo cómo puedo respirar abajo del agua. Decido no pensar y dejar que mi cuerpo flote. De a poco voy sintiéndome cada vez más pequeña, rodeada por agua. Logro sacar la cabeza. El viento golpea contra mi rostro como una bofetada. Intento abrir los ojos, pero veo borroso. Cuando finalmente soy capaz de ver con claridad me doy cuenta que estoy en el medio del mar, no veo tierra firme en ningún lado. Me desespero, no sé qué hacer. No quiero morir, ya no. Quiero volver a ser una gota cayendo con delicadeza. Quiero estar siempre en el aire y nunca chocar contra el suelo. Prefiero vivir en una fantasía que enfrentarme a la realidad.

Mi vista vuelve a ponerse borrosa, no puedo abrir los ojos. Blanco, eso es todo lo que veo. Empiezo a reconocer algunas sombras y siluetas. Estoy en una habitación de lo que parece ser un hospital. Escucho la voz de una mujer : “Todavía no se despertó, pero podés entrar a verla. No debería haber dejado la medicación .Una chica esquizofrénica necesita apoyo, no la dejes sola”.