EL CARTEL DE PLOMO. AGUSTIN LOPEZ Y MATHEO GRUNBERG
EL
CARTEL DE PLOMO
Faltaban horas para el inicio de la reunión cumbre
del cartel de Villanueva, conocido mundialmente como “el cartel de plomo”.
Aquino fue el primero en llegar, estaba muy tenso ya que él no solía estar en
las cumbres del cartel, pero la situación lo ameritaba. En dicha reunión se tomaría la decisión de enviarlo a la
ciudad de Torreón (una ciudad que subsiste gracias al agrocultivo, ubicada en el norte de Colombia). El objetivo: instalar unos laboratorios y enormes cultivos para el cartel. Esto para Aquino representaba una gran
responsabilidad. El futuro del cartel estaría en sus manos, dado que venia presentando grandes pérdidas ya que el ejército le había encontrado
la mayoría de sus laboratorios y plantaciones. Lo que buscaban era un nuevo
comienzo.
En esa reunión afirmativamente el jefe del cartel, Jorge
Villanueva, le adjudicó esta responsabilidad a Aquino; le dijo que él iba a
contar con todos los recursos y la mano de obra que fuese necesaria. A su vez, también
le dijo que luego de tres meses él iba a ir a Torreón a verificar lo hecho y a fortalecer dicha infraestructura.
Una semana después Aquino se dirigió hacia Torreón donde lo
primero que hizo fue ir a las afueras de la ciudad para comprar los
terrenos a los campesinos, eso no fue una tarea problemática.
Una vez ya con los terrenos a
su disposición comenzó el desembarco del cartel en Torreón, se empezó con la
plantación de marihuana y coca en centenas de hectáreas y la construcción de laboratorios.
Todo transcurría con absulta normalidad, no hubo inconvenientes ya se habían sobornado a todas las autoridades de la ciudad y conseguido la mano de obra. Todo estaba
muy bien encaminado, nada podía arruinar su plan o, al menos, eso creía él.
Luego de transcurrido un mes, el laboratorio montado comenzaba lo que era el funcionamiento normal de la nueva y principal sede del
cartel de plomo y se transformaba así en el cartel más grande de américa
latina. Aquino compró una casa cerca y logró instalarse con su mujer embarazada
de ocho meses. Lo único que le importaba era que quede todo perfecto para la
llegada de don Jorge Villanueva. Trabajaba todo el día y toda la noche sin cesar,
pero luego de dos meses rindió sus
frutos, empezaron a cosechar las primeras plantaciones y los laboratorios
comenzaban a dar sus primeros cargamentos, todo estaba en orden e iba según el
plan, las autoridades no molestaban y su producción cada vez aumentaba más y más…
Todo transcurría en una tensa calma hasta que sucedió
lo inesperado. Un cargamento que estaba ingresando al pueblo fue interceptado
por oficiales del ejército por un control de rutina. Esto derivó en la reacción
de los conductores y terminaron matando a dos oficiales y huyendo.
Esta situación puso a Torreón y al cartel de plomo en todos
los titulares de los periódicos y el ejército desembarcó en torreón con sed de venganza. La
ciudad era la sede una nueva guerra debido a que ya estaban las plantaciones y los laboratorios
y no había vuelta atrás.
El cartel al enterarse de la llegada del ejército lo
primero que hizo fue mandar a más hombres para garantizar el desarrollo de sus
producciones, estos hombres eran gente mayoritariamente campesina o excluida
social sin educación y esta era su única forma de sobrevivir; el ejército ejercía
un intenso control y se habían producido bastantes choques.
Un día sucedió
algo que los del ejército nunca hubiesen esperado, el cartel decidió poner una
bomba en el sucio cuartel donde estaban los oficiales. Ellos no estaban acostumbrados a vivir en esas condiciones
ya que solían ser personas de clase alta con educación y acomodada, este
cuartel estaba superpoblado y era un lugar clave para el ejército. Un día el
cartel mediante un cargamento de alimentos logra infiltrar una bomba en el cuartel donde los guardias dormían como ratas en la cloaca, esa noche
se produjo la explosión y no quedó ninguna
rata viva de las millares que allí vivían.
Esto significó un
golpe muy duro para el ejército, pero, le sirvió para tomar impulso y
tomarse al cartel con la seriedad que ameritaba.
Simultáneamente Aquino junto a
su encargado de seguridad conocido como “el toro” iban eliminando a los pocos militares que
quedaban.
Ya habían transcurrido
los tres meses desde la llegada del cartel a Torreón, cuando según lo previsto, don Jorge Villanueva realizó su visita a Torreón. Aquino le informó de todos los
gastos y perdidas que tuvo y de la situación, don Jorge quedo sorprendido y decidió
quedarse una semana allí, eran días en donde el cartel había ganado la guerra y
ya nadie era una amenaza, lo que no sabían es que el ejército tenía
conocimiento de la ubicación de las cabañas y casas en la ciudad donde vivían
los trabajadores y mercenarios del cartel y Aquino.
Así fue como un día
a mitad de la noche el ejército hace una entradera a la sede del cartel con el único
objetivo de exterminar a todo ser viviente, esta
guerra se manifestaba por sollozos y gritos descompensados en la peroración de
los sermones y por rumores y estruendos subitáneos en las casas y calles de la
ciudad, ya que habían logrado entrar a la base de
datos y mataron a toda persona relacionada con el cartel tanto directa como
indirectamente y realizaron una cacería humana por toda la ciudad.
Aquino enterado de
esto logró escapar a su casa con el toro y fue corriendo a ver como estaba su
mujer. Poco más tarde los militares no tardaron en dirigirse hacia su casa para matarlo. Aquino estaba temblando apuntado con su escopeta recortada a la puerta
llorando, los militares derribaron la puerta mientras el toro logró abatir a dos oficiales. Aquino huye dejando a su mujer
y al toro solos con la casa rodeada por militares, salió corriendo
como un animal sale en busca de volver a su casa con la esperanza de ver a
alguien vivo o esconderse en las plantaciones, toda la ciudad era una matanza,
un caos. Los militares buscándolo a él y el animal
entre tanto después de haber corrido unas 20 cuadras en distintas direcciones asorando
con su paciencia a todo ser viviente , se metió en la tranquera de una quinta
donde hallo su perdición. Allí ingresó donde estaban todos buscándolo, luego de una larga tortura lograron
acabar con él y con todo el cartel de plomo.
Como ya les dije tantas veces narrar no es decir; sin embargo, olvidan qué particularidades tiene el discurso literario y se quedan en una sucesión de hechos reiterativos que van hacia un final absolutamente previsible. Sin originalidad en el tratamiento de un tema tan común ni esfuerzo en la elaboración del discurso, el resultado deja con gusto a poco. Las frases intercaladas aparecen forzadas porque son dos discursos que no se integran; el cambio de color aumenta el choque que producen. Además, hay que hacer mucho esfuerzo para relacionar el texto con los temas trabajados.
ResponderEliminarRever errores de expresión.
NOTA: 5