"Lobos en casa" Giuliana Cuba y Candela Liggera Camino


Se levantó. Miró por la ventana para asegurarse que los lobos no estuvieran cazando en las
veredas de su barrio. Ellos intimidan, el miedo te recorre en todo el cuerpo de tan solo verlos.
Dió su rutinaria vuelta por el departamento y al pasar por la puerta recogió el diario que habían
deslizado por debajo. Leyó el titular de aquel jueves: “Fuertes declaraciones desde el balcón:
Si quieren venir que vengan”. Al parecer, el caso es reducir al hombre a una máquina cuyo móvil
principal no sea su voluntad sino la de la iglesia y el gobierno; pensó.
Después del desayuno salió a la calle,que ya no le pertenecía.
Una vez fuera de su departamento observó las esquinas, con atención, como siempre lo hacía.
A lo lejos se da cuenta que sus amigas la estaban esperando y camina a su encuentro.
Mientras se acerca le inunda la constante preocupación, los lobos la están vigilando,
ellos pueden oler el miedo a kilómetros. Son salvajes, atacan a sus presas, las rodean hasta
que se encuentran indefensas. Y luego, las llevan con el resto del rebaño.
 Y fue así como llegó. No podía ver, la escucha fue su máxima ayuda en ese sitio. Los gritos
en eco de otras víctimas se perdían en la oscuridad.
“A los libres se les hace llevar a la fuerza.” dijeron los lobos en tono desafiante.
“ Si, la fuerza y la violencia bestial. Ésas son vuestras armas; infames.” respondió ella enojada,
retorciéndose e intentando soltarse.
Es difícil saber cuánto tiempo se está allí. Apenas si hay luz, los tienen como animales para el
matadero. Los torturan como a las vacas, y luego los matan, si no mueren de hambre primero.
Afuera se encuentra el juez,  un ser frío, maneja su conciencia de manera incomprensible. Un
hombre embriagado de un poder absoluto, el dueño de todos los mataderos.
Los lobos lo respaldan y obedecen, pues es él quien los entrenó.
Los gritos más desesperados son los primeros en dejar de escucharse. Hay veces que se puede
sentir a los lobos diciendo que la situación se complica cada día, que deben alivianar el ganado.
Un día, el juez apareció, caminó entre la miseria y ordenó a los lobos que los alinearan. Uno por
uno los colocaron de rodillas al piso, se podía percibir a los lobos exaltados, conformes con su tarea.
Entre ellos surgieron chistes sobre la última vez. Uno de ellos hizo el ridículo, ni apuntar sabía.
Por suerte había con quienes practicar.
- “Observa y aprende”-  Fue entonces cuando una inmensurable cantidad de municiones salió
disparada desde sus firmes manos.   
Seguía consciente cuando la subieron dentro de un camión que se utilizaba para llevar mercadería,
los cargaban como si fueran la siguiente entrega de carne. Salió con pocas fuerzas, ilusionada que la
dejarían ir o qué podría hacer algo. Nunca más tendrá que someterse a lo que vivió allá dentro.     

Cuando finalizó  algunos cuerpos se convirtieron en un nombre en una placa, otros se desvanecieron.
Unos pocos se encontraron envueltos en pañuelos blancos.Y así fue como los lobos se deshicieron
de muchos y reubicaron a otros dejando a miles con la esperanza de que nunca llegue el día en el
que sea prohibido respirar aire libre, pasearse y hasta conversar con un amigo, sin permiso de una
autoridad competente.

Comentarios

  1. Muy bien resuelta la consigna: una historia que conmueve con la fuerza de la alegoría que construyen. La fuerza del relato se debilita en la ultima oración del último párrafo, que se torna obvio, demasiado explícito en la expresión del deseo final.
    Rever construcción de párrafos, puntuación y tiempos verbales.
    NOTA: 8-

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